¿Alguien puede pensar en la Ecología?

En el segundo día del XVI Congreso Nacional y IX Internacional sobre Democracia, tuvimos el honor de presenciar la conferencia “Disputas en torno a la transición ecosocial, la democracia y el rol del Estado”, dirigida por la doctora Mariestella Svampa, en representación del Pacto Social e Intercultural del Sur, y coordinada por Melisa Argento.

Para comenzar su conferencia, la académica, hizo referencia a un caso comparativo. Una pequeña glaciación en Europa durante el siglo XIII, una crisis climática causada por volcanes, totalmente ajeno a los actos de la humanidad en ese entonces. Lo que se resalta del caso es la crisis y el colapso socio- económico desembocados: ¿Ese será el futuro ante la crisis climática actual? Luego, la presentación se dividió en tres partes: diagnóstico de la situación, disputas geopolíticas de la transición ecosocial y dónde estamos ante el negacionismo de Milei.

Planteó que estamos enfrentando una “poli-crisis civilizatoria”: desigualdades sociales, crisis en las ciudades, neoextractivismo y crisis energética. En esa línea, agregó qué “el capitalismo neoliberal es insostenible debido a un nivel de consumo totalmente incoherente al límite en las fronteras planetarias, generando colapsos climáticos localizados de los que sobran ejemplos”. A su planteo, se le suma una deuda ecológica desde los países del norte industrial hacia el sur, que se muestra en una distribución desigual de los conflictos agravados por las diferencias entre clases sociales, debido a que los ricos son los que más contaminan.

De este modo, se marcan narrativas en pugna. Por un lado una distopía en donde el hundimiento y derrumbe genera parálisis y es inminente. Por otro, el negacionismo, característico de las ultraderechas que culpan a los inmigrantes de sus países por las problemáticas locales y se oponen a una unión a escala global porque significa, para ellos, una supresión de la soberanía nacional.

También desde un lugar más filosófico y ético, las relaciones contrahegemónicas que plantean cambiar la relación con la naturaleza y el consumo. Y por último, lo que actualmente se impone es el capitalismo tecnocrático, que defiende modernizaciones ecológicas pero no genera un cambio en las dinámicas actuales de consumo.

Además de las disputas geopolíticas sobre la transición y seguridad energética, en un “escenario de mucha esquizofrenia” y una creciente expansión del extraccionismo depredatorio, sigue siendo rentable a pesar de su incompatibilidad con la ecología. En Europa se plantea una agenda de descarbonización, vista en el Acuerdo de París (2015 )y en el Pacto Verde Europeo (2019), en el cual un avance en diplomacia de los metales y un neocolonialismo energética están bajo la excusa de la transición. No se aplican políticas a la raíz del problema, al consumo y a una modificación de los medios de producción para producir más con menos recursos.

En cuanto al rol del Estado, donde el neodesarrollismo y el negacionismo no funcionan, éste debe tener en su agenda la mencionada transición ecosocial. Sin embargo, el gobierno nacional de Milei plantea un modelo de polarización asimétrica excluyente y una destrucción de los consensos mínimos democráticos.

Desde esta postura, no vamos a lograr desvincular las estructuras socioeconómicas de los combustibles fósiles, ni mucho menos descolonizar el sistema productivo, si no se posee un Estado presente que logre
consensos con otras naciones.

Por
Comité de Prensa Estudiantil del Congreso sobre Democracia.