El día en que votó la mitad del padrón: los números de las Constituyentes y el problema de la representatividad

El profesor de la Fcpolit, Gastón Mutti, acompañado por otros expertos analizaron por el portal <Suma Política>, los resultados de las elecciones Constituyentes y la baja participación de la ciudadanía. A continuación reproducimos el texto:

Dos amigas toman un café en un bar. Es el viernes previo a las elecciones y están hablando de eso. No son militantes de ningún partido, pero sí tienen una preferencia clara, y charlan sobre sus decisiones en las internas. Las dos saben. Se informan. Están seguras de que están al tanto de lo que pasa. “Para concejal voy a votar, pero a constituyentes ni voy a ir”, afirma una. Nadie la corrige.

Afuera del bar, la ciudad está gris y húmeda. La gente pasa. No se siente en el ambiente ninguna expectativa: ni por el paro general que fue, ni por las elecciones que vienen. Simplemente, pasa. La cartelería, desapercibida. Casi no hay jingles. Un día pasa un helicóptero y alguien se da cuenta de que es por la campaña, pero tarde. Un candidato apuesta a lo extravagante y se para con una motosierra en la peatonal, pero ya no hace tanta gracia. Se notará en la cantidad de votos que reciba en pocos días (pocos). En las redes, las chicanas van y vienen entre candidatos.

El domingo, los rosarinos y rosarinas, y todo aquel que tenga domicilio en la provincia de Santa Fe, fueron a las urnas por primera vez en el año. En Rosario, eligieron tres tipos de representantes: en una boleta, los candidatos al Concejo municipal. En las otras dos, las personas que van a reformar la Constitución provincial después de 63 años. La sensación fue unánime: como que ese día no pasaba nada. Y cuando empezaron a aparecer los números oficiales, eso que flotaba en el aire tuvo un número: apenas el 55 por ciento del padrón provincial se acercó a votar. Fue el número más bajo en décadas.

La participación en las elecciones primarias en Santa Fe vienen mostrando una curva descendente: del 74 % en 2011 al 55 % en 2025. La elección del pasado domingo no sólo fue la de menor asistencia desde el retorno de la democracia, sino también una expresión numérica de un proceso más largo de desapego electoral.

La escena de las amigas tomando un café se repitió de todas las formas que puede hacerlo el desconocimiento. “Lo que hay es una desinformación nociva”, dice Oscar Blando. “No ha habido ni la mínima voluntad política de informar para que la ciudadanía se apropie de los contenidos de la reforma constitucional”.

Blando es abogado constitucionalista y un verdadero apasionado del tema. Durante el gobierno de Miguel Lifschitz fue el director de Reforma Política y Constitucional de la provincia. Recorrió Santa Fe hablando con representantes de la sociedad civil e instituciones de todo tipo, trazando los ejes de un debate que no fue en ese momento y que ahora se está desarrollando, pero sin esa participación o interés ciudadano que él asegura que se necesita. Mejor dicho: que es indispensable para el sistema democrático.

Blando es concreto: si no hay participación no hay interés. Y ya se sabe: no se puede cuidar lo que no se ama y no se puede amar lo que no se conoce. Reformar la Constitución no es poca cosa. Probablemente no es una cuestión de enamoramiento, pero sí de orden y cuidado de la vida, tanto en sus aspectos colectivos como individuales. De ahí se desprende una pregunta vertiginosa: ¿qué dice una Constitución nueva cuando la mitad de la ciudadanía no se siente convocada a elegir quién la redacta?

Frente a eso, Blando fue crítico de la falta de convocatoria a la participación ciudadana en este período. Primero, dice, se reunieron los legisladores. Debatieron y votaron la ley de necesidad de Reforma Constitucional. “No hubo una apertura sobre la posibilidad de que las instituciones, la ciudadanía, pueda aportar ideas”, destaca Blando. Después fue el turno de los candidatos. Y ahí sí se habló. Pero eso no significa que el debate haya sido público. “El pueblo escuchó a los legisladores y candidatos. Pero una reforma constitucional debería tener un diálogo social mucho más grande. Porque si la ciudadanía no se involucra, no sabe bien qué se va a reformar”. Y entonces, vuelve a una idea: “Esta desinformación es nociva para un proceso constituyente”.

Restricción insólita

Hay otra restricción que menciona el abogado y viene pasando desapercibida: el piso electoral del 2,5 por ciento para acceder al reparto de las candidaturas convencionales por distrito único. “Es una restricción insólita para una convención”, dice el especialista en el tema. “Las barreras o umbrales electorales son posibles discutirlas en términos de elecciones para cargos ejecutivos junto con legislativos, como forma de garantizar la gobernabilidad. Acá se elegían convencionales, no había gobernabilidad posible, por lo tanto el pueblo, que es el que asume el poder constituyente originario, debió no tener ninguna restricción, o por lo menos una mínima restricción. Pero acá se trata de un piso sobre el padrón electoral, es una restricción democrática que también afecta a la participación política”.

Blando redondea la idea: el silencio, la opacidad, las restricciones, contribuyen a la baja en la participación ciudadana en esta elección, que él define como la más importante en los últimos 60 años. Y todo debería haber sido al revés. Un proceso amplio de difusión y el debate público inclusivo para decidir quiénes van a escribir la carta fundamental de los santafesinos, dice el abogado, son instancias que ayudan a que la ciudadanía se apropie de los contenidos a debatir. Y que finalmente, la reforma no sea para y por los políticos, sino en defensa de la sociedad.

La más baja desde 1983

En Rosario, la participación fue aún más baja que la media provincial. Apenas el 54,91 % del padrón votó convencionales, y sólo el 54,03 % lo hizo en las primarias para el Concejo. Comparado con las PASO de 2023, Rosario perdió más de cinco puntos de participación. Son números que revelan no sólo una falta de motivación electoral, sino también una potencial crisis de representación en uno de los distritos más importantes del país.

El politólogo y analista Facundo Cruz resumió en la red social X lo que significan esos porcentajes: fue la elección con menor participación desde el retorno de la democracia. A eso se suma un dato: si se cuentan los votos nulos, impugnados y en blanco en toda la provincia, se alcanza casi un 10 % del total. Apatía total: están los que no saben nada, y están los que no quieren saber nada.

Gastón Mutti es doctor en Ciencia Política, profesor e investigador de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la UNR. Él destaca que las PASO históricamente tienen un nivel menor de participación que las elecciones generales. El problema fue que esta vez esa baja participación arrastró también el voto a convencionales constituyentes. Y la merma fue significativa: casi diez puntos menos que en las PASO de 2023.

“Ahí hay un conjunto de culpas compartidas. La culpa principal la tiene el gobierno provincial, por no haber hecho una campaña de concientización y de información mucho más clara. La culpa secundaria, pero no menor, la tienen los demás partidos políticos, por no haber hecho lo mismo”, dice Mutti.

Lo cierto es que, dentro de esos porcentajes, hay localidades donde sólo se elegían convencionales, o, como en Rosario, donde las PASO fueron sólo para cargos en el Concejo. “En aquellas localidades en las cuales se elegían, por ejemplo, intendentes —que eran las menos—, hubo porcentajes mucho más altos de votación”, suma Mutti. Y aporta un dato: en Las Toscas, donde se elegían también los candidatos a intendente, participó el 68 % del padrón.

“Si las PASO hubieran sido separadas, y las elecciones para convencionales se hubieran dado junto a las generales, posiblemente ahí habríamos tenido un porcentaje de participación mucho mayor. Sin embargo, este fue el cronograma que el gobierno provincial eligió, y así se reflejó”, agrega el docente. La hipótesis que plantea es directa: el Ejecutivo provincial apostaba a una mejor performance en este formato que en una instancia general.

Pero Pullaro tomó una decisión más: desnacionalizar las elecciones. Es decir, que lo que pase acá se lea como propio, y los análisis de rechazo o aprobación puedan hacerse de forma autónoma. En eso, el gobernador gana cintura discursiva y política: puede hacerle guiños al Ejecutivo nacional, puede pararse como oposición, y al mismo tiempo observar desde afuera que, pese a las caras conocidas y la marca Milei, La Libertad Avanza no hizo en Santa Fe la elección que se esperaba. De hecho, su candidato por distrito único, Nicolás Mayoraz, obtuvo menos de la mitad de los votos que Milei había cosechado en la provincia para llegar a la presidencia.