En este 2 de abril conmemoramos y recordamos el conflicto del Atlántico Sur en el que nuestros/as veteranos/as lucharon por la soberanía de nuestras islas Argentinas. Hoy más que nunca, seguimos reivindicando ese derecho.
La cuestión Malvinas conforma uno de los ejes centrales de la política exterior argentina, más aún para los gobiernos democráticos que desde hace 40 años procuran lograr una solución definitiva a una situación colonialista de casi 200 años.
Desde el 3 de enero 1833, año en el que fueron usurpadas por el Reino Unido, Argentina ha realizado continuos e irrenunciables reclamos, justos y legítimos, tanto de forma bilateral como multilateral.
La usurpación de 1833 y los casi 200 años de ocupación ilegal e ilegítima constituyen una situación colonial anacrónica, en un mundo cada día más globalizado en pleno siglo XXI, y que debe ser superado en favor de la paz y la justicia.
A partir de 1965, la comunidad internacional ha acompañado la posición argentina, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Resolución 2065 que establece la existencia de una situación colonial y una disputa de soberanía que ambas partes deben resolver mediante negociaciones pacíficas.
Hoy en día, el reclamo de soberanía sobre Malvinas no solo tiene un trasfondo histórico y jurídico, sino que también tiene un impacto económico y geopolítico importante.
Las islas propiamente dichas, y las zonas marítimas, así como el lecho y subsuelo, están repletas de recursos naturales: la posibilidad de exploración y explotación representaría un gran beneficio económico para Argentina.
Desde el Grupo de Estudios sobre Malvinas, del Instituto de Investigaciones de la Fcpolit, bregamos para que Malvinas constituya una política de Estado permanente, en la que se trabaje no solamente para la resolución pacífica de esta disputa de soberanía sino también para lograr la finalización del colonialismo, en todas sus formas, en todo el mundo.