El 10 de diciembre se celebra el Día de las y los Trabajadores Sociales en Argentina y el contexto que atravesamos obliga a una pregunta: ¿Cómo han atravesado la pandemia quienes se dedican a esta disciplina?
Alicia Vilamajó, actual Directora de la Escuela de Trabajo Social de la Fcpolit-UNR, accedió a una entrevista de cara a esta conmemoración. Recibida en el 91, segunda promoción de la Licenciatura después de su reapertura y con tan solo 22 años, pivoteo su recorrido profesional entre esta carrera y la educación. La experiencia y su actual rol la vuelven una voz ineludible en la región para responder la incógnita.
No solo abordó la situación profesional del Trabajo Social a raíz del coronavirus; habló de la cuestión de género en pandemia; y evaluó el acompañamiento pedagógico a distancia que experimentó el nivel universitario.
Trabajo Social en Pandemia
Para Vilamajó, la pandemia ha impactado (y va a seguir haciéndolo) en las comunidades, familias, infancias, adolescencias, vejeces y en todos los campos donde se desempeñan los y las profesionales del Trabajo Social.
Comenzó advirtiendo que, muchos de quienes se abocan a la profesión están en el campo de la salud, que fue definida como esencial. Y al respecto de quienes cotidianamente se desempeñan en este tipo de trabajo, indicó:
“Trabajo Social tiene una formación, perspectiva y desempeño profesional que es intersectorial, integral e interdisciplinario. Y esas 3 patas son indispensables e ineludibles para pensar cualquier estrategia de abordaje en contexto de pandemia”.
Y finalizó agregando: “Otra cosa que me parece importante es que Trabajo Social tiene un acervo profesional de trabajar con lo que irrumpe, con lo inesperado, con los improgramado. Esto de trabajar frente a lo que irrumpe es parte de las trayectorias laborales. Y en algún punto nos ha dado algunas herramientas para desempeñarnos en este contexto en el que muchos de los servicios se han tenido que rediseñar o readaptar en algún punto”.
La pandemia detrás de la pandemia
La docente cursó en el 95 una Maestría de Género y todavía recuerda lo que ocurría en esa época cuando contaba lo que estudiaba: “Me preguntaban si me iba a dedicar a la alta costura ¡Y era gente de la academia!”. Inmediatamente celebró: “Ese es el abismo que hemos saltado y hay muchos más abismos para seguir saldando, superando y construyendo”.
Hoy Vilamajó, sostiene que la gran revolución que se ha logrado en estos últimos años es la democratización de lo saberes que surgieron a partir de los estudios de género, feminista y de las disidencias sexuales.
No obstante, la cuestión de género en agenda tanto en medios como en las calles, no ha sido la excepción y se ha complejizado por la pandemia. En este sentido explicó:
“Hay una pandemia detrás de la pandemia. Por adelantado sabíamos que las violencias contra las mujeres iba a aumentar en contexto de aislamiento social y efectivamente se han agudizado. Lo que viene pasando viene a confirmar lo que se sabía. Implicó estar encerradas con el propio agresor y sabemos que el porcentaje mayor de agresores son personas convivientes”.
Sobre esto aseveró: “Esto es algo que no debería suceder y es producto de una construcción sociocultural que tiene que ver con los modos de convivencias patriarcales y capitalistas que nos atraviesan en nuestros modos de vivir en sociedad”.
La Directora que ha tenido un rol clave en la conformación del Núcleo Interdisciplinario de Estudios de Extensión de Género desde la Escuela de Trabajo Social e integra el equipo provincial que implementa la Ley de Educación Sexual Integral desde hace más de 10 años, señaló que la militancia feminista de hace décadas y que condensó en los últimos 5 años, permitió no naturalizar estas situaciones de violencias:
“Siguen pasando estas cuestiones, es cierto. Pero no es lo mismo que pasen de manera visibilizada y desnaturalizadas a que acontezcan como si nada pasara, como si fuera parte de lo normal y lo que se espera”.
Finalmente, consideró que desde la disciplina es indispensable construir una mirada atenta y reflexiva de estos temas, así como también del lugar protagónico que adquirió el espacio familiar para la gestión de la pandemia, allí «se profundizaron las desigualdades pre existentes y eso habla de los grandes esfuerzos que se construyen tanto singular como organizativamente para resolver las necesidades cotidianas».
Aprender de la virtualidad y lo insustituible del aula
Además de estar con la coordinación de las cátedras de la Licenciatura que tiene a cargo, Alicia da clases en «Práctica Profesional II” de cuarto año de la carrera y en las materias del Profesorado de “Currículum y Didáctica” y “Residencia” de Trabajo Social. Con toda esta actividad en la espalda, se animó a pensar el período de clases virtuales que impuso el Covid-19.
Según Vilamajó el proceso “nos ha puesto en movimiento y moverse de los lugares que uno viene transitando siempre aporta nuevas herramientas”. En línea, definió:
“El acto educativo, las relaciones pedagógicas que pueden construirse en la presencialidad son diferentes a las que podemos construir en la virtualidad. Yo creo que hemos aprendido mucho de la virtualidad, nos da muchas herramientas y recursos didácticos para seguir construyendo relaciones pedagógicas que sean democráticas, creativas, pero será necesario que no desliguen la posibilidad del encuentro y el diálogo”.
En ese sentido, contó que fue un desafío crear propuestas para su asignatura cuando el contexto impidió la inserción en las instituciones que demanda la materia. Espacios de problematización sobre impactos de la pandemia, ateneos para pensar situaciones de prácticas profesionales a partir de relatos reales, tensión a través de bibliografía y entrevistas a especialistas, fueron parte de lo ideado por su equipo. “Fue un proceso interesante con convocatoria masiva y que el estudiantado valoró”, concluyó.
Sobre el final de la entrevista, Vilamajó dio clases sobre cómo imaginar el futuro en tan solo algunas frases:
“No te digo que nos encaminemos hacia una educación a distancia, a lo mejor si hay nuevas propuestas de educación a distancia, puede ser (…) El encuentro con le otre en la instituciones y el territorio es en algún punto insustituible. Lo que no lo es, es la posibilidad de construir herramientas que permitan desnaturalizar las situaciones, problematizarlas, interrogarlas, los recorridos de lecturas, eso sí se puede sostener desde la virtualidad. El estudiantado se fue ajustando a la nueva propuesta pero aún extrañamos el mate y las discusiones en el aula”.